¿De qué otra cosa podemos hablar?
Por Ameyalli Valentín Sosa
Hace unos días leía un encabezado fechado el 3 de febrero en la famosa revista mexicana Proceso el siguiente titular: “Seis personas fueron ejecutadas en Oaxaca; suman 13 mujeres asesinadas en lo que va del año”. Entre las aclaraciones de la noticia se mencionaba que de las seis ejecuciones cinco eran mujeres y una de ellas menor de edad.
Leer este tipo de notas, insisto, nos obliga a ir más allá del morbo y de la nota roja para hacernos conscientes de la situación y tratamiento hacia el tema de la violencia en nuestro país. Conceptualizarla y reflexionarla nos tendría que obligar, entre otras cosas, a ver con mirada crítica el panorama para evitar anestesiarnos respecto a una guerra que parece no tener cerca un punto final.
Después de la llamada guerra contra el narcotráfico en 2006, columna vertebral de la administración del expresidente Felipe Calderón, la violencia en nuestro país comenzó una línea de ascenso interminable que 16 años después no hace más que seguir expandiéndose y agudizándose. De 2006 a 2021 a consecuencia de la violencia las víctimas se cuentan en cientos de miles y se habla de más de 90 mil desaparecidos en México lo que nos permite cuestionarnos si el estado de naturaleza donde “el hombre es el lobo del hombre”, Estado imaginario que Thomas Hobbes pensara para filosofar sobre la creación del Estado moderno, es en verdad ficticio o ha cobrado materialidad en nuestro país.
En la misma sintonía hobbsiana y teniendo en cuenta la importancia histórica y teórica del filósofo inglés, al ser el primero en hablar sobre el Estado moderno y el contrato social en el siglo XVII, no es aventurado hablar sobre nuestro país como un Estado fallido. Lo anterior parte de la idea primigenia donde la razón primera de la creación del Estado radica en que el individuo cede parte de sus libertades individuales en un contrato social al Soberano para que sea este quien garantice la seguridad de sus súbditos, esa garantía se vuelve la razón para la creación del Estado moderno, pero en un país como el nuestro dónde la seguridad no está garantizada para nadie el contrato social parece carecer de sentido.
En este punto, ¿qué se hace en este estado de naturaleza donde las muertes, las desapariciones, los desplazamientos forzados se cuentan por miles? ¿Tenemos que hacer algo en un contexto como este? Una posible respuesta nos la acerca la artista mexicana Teresa Margolles quien descoloca la violencia (y el arte) para dialogarla, asegurando que en un país como el nuestro, ¿de qué más podemos hablar?
En 2009 Margolles, artista y fotógrafa sinaloense, llevaba a la 53ª exposición internacional de arte de la Bienal de Venecia una serie de piezas e instalaciones que dialogaban directamente con el tema de la violencia, el narcotráfico, la guerra contra la droga y el crimen organizado. En esos años donde apenas asimilábamos los umbrales demenciales de la violencia que comenzaba a vivirse, la polémica exposición titulada “¿De qué otra cosa podemos hablar?” consistía en siete piezas que intervenían el espacio de tal manera que obligaban a reflexionar a los asistentes teniendo como contexto la violencia en nuestro país, utilizando telas impregnadas de sangre, vidrios y joyas, lodo y elementos, así como reproducciones de registros sonoros. La bandera que se supondría mexicana y que se encontraba en la entrada del Pabellón de México, junto con la bandera de la ciudad de Venecia y de la Unión Europea, la sustituía una manta impregnada de sangre de ejecuciones en la frontera norte de nuestro país.
Una nota periodística de aquel año mencionaba: “La propuesta materializa el drama de la violencia causada por el narcotráfico sirviéndose de acciones minimalistas e instalaciones para las que utiliza residuos de ejecuciones, sangre y otros fluidos humanos recogidos por la artista y sus colaboradores en el lugar de los asesinatos. En 2008 más de 5.000 personas murieron en México en episodios de violencia vinculados a la droga y a su represión”.
¿Pero por qué hablar de una exposición pasada de arte contemporáneo en una ciudad tan distante como lo es Venecia? Porque las reflexiones de Margolles siguen dialogando en nuestros contextos de manera diaria y constante, y porque pareciera que las cifras nuevas sobre la violencia en nuestro país sólo han venido a anestesiarnos, pues mientras en 2009 Margolles escandalizaba en uno de los recintos de arte contemporáneo más importante del mundo y las cifras hablaban de 5000 víctimas a causa de la violencia, solamente el pasado 2021 cerraba con más de 35 mil homicidios, de los cuales 3462 fueron víctimas mujeres y 922 de ellos fueron calificados como feminicidios según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). En este contexto, ¿de qué otra cosa podemos hablar?
Politóloga- UNAM
Twitter: @AmeValentinS