Zonas acomodadas y clase media, las más golpeadas por segunda ola de contagios

Agencias

Hace unas semanas la Ciudad de México volvió al semáforo epidemiológico en alerta roja, pero la segunda ola de la pandemia no está siendo una copia simétrica del pico de mayo. La presión sobre la capacidad hospitalaria es ahora mayor -en vísperas de Navidad comenzó a acercarse el 90%- y el mapa de las zonas más afectadas también ha cambiado.

Durante la primera oleada los contagios y las muertes crecieron más en los sectores populares de la capital, sureste y zona metropolitana, mientras que en esta ocasión el golpe se está concentrando el cogollo urbano y con mayor renta per cápita. Un análisis de datos de EL PAÍS revela que Coyoacán, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo se encuentran entre las delegaciones más afectadas.

El valle de México, la capital y su zona metropolitana, cumplirá el 10 de enero el primer plazo previsto para levantar la mano. Aunque será poco probable, ya que las propias autoridades capitalinas han reconocido que de acuerdo a su modelo epidemiológico, el número de contagios y hospitalizaciones seguirá aumentando durante esta semana hasta alcanzar un nuevo pico cerca del 11 de enero.

En dos delegaciones los máximos registrados de diciembre ya han superado a los de la ola inicial. Azcapotzalco es el caso más llamativo: su pico de junio ya fue de los mayores en el país, y aún así ahora lo ha desbordado.

Coyoacán tuvo valores relativamente más modestos, pero la escalada actual deja entrever una meseta que, quizás, se alargará tanto como la primera, pero en niveles más altos. Durante Navidad y Año Nuevo, la capital registró 593 denuncias por fiestas que excedían el número de personas permitido. Entre las delegaciones con mayor incidencia destacan, precisamente, Coyoacán, una zona residencial y de alto poder adquisitivo.

En otras tres delegaciones céntricas y con colonias de alto nivel de ingresos (Miguel Hidalgo, que alberga la exclusiva zona de Polanco; Cuauhtémoc, donde están las muy de moda Roma y Condesa; Benito Juárez) la curva ya está en niveles prácticamente idénticos a los del primer pico.

No es solo una cuestión de cómo de pronunciado es el máximo; también de incidencia acumulada. Las muertes por millón acumuladas en los meses que contuvieron el inicio y lo peor de la primera ola (de marzo a junio) son ya en todas estas delegaciones menos a las que se observaron en el periodo equivalente de final de 2020 (septiembre a diciembre).

En Gustavo A. Madero (poblada por colonias populares, y quizás la más afectada en la primera ola) e Iztapalapa (donde el virus prendió como un incendio lento pero constante en mayo y junio), la situación es por ahora notablemente mejor que en el pasado. Sin embargo, en el cogollo urbano noroccidental de la ciudad, la realidad se ha dado la vuelta.

Desde un punto de vista más sistemático, si se divide a todas las delegaciones en dos grupos según tasa de pobreza en cada una, las que presentan mayor cantidad de hogares pobres son también las que acumulan más muertes per cápita: 293 frente a 211 durante diciembre.

Sin embargo, resulta que en el grupo de delegaciones con menor pobreza también hay menos casos, pese a que haya más muertes. Esta aparente contradicción se puede explicar por al menos dos razones, no excluyentes entre sí, y que ayudan a entrever el futuro desarrollo de la epidemia en la capital durante 2021. Puede ser que el gobierno de la ciudad esté realizando más pruebas por caso detectado en zonas vulnerables, siguiendo efectivamente la política que anunció en el valle de casos que dio cierto respiro en julio y agosto.

Pero también podría ser que esta segunda ola esté siguiendo el mismo recorrido que la primera, cuando los contagios y muertes empezaron en barrios de mayor nivel adquisitivo para acabar afectando con igual o mayor intensidad a las clases trabajadoras.

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