Los axolotes dejan de envejecer a los cuatro años; ¿puede su estudio alargar la vida de los humanos?
Para los humanos, el envejecimiento es inevitable. Pero los ajolotes, esos lindos y sonrientes anfibios de tan famosos en la cultura pop, aparentemente evitan este destino, hasta cierto punto.
En un fenómeno llamado neotenia, los axolotes nunca superan su etapa larvaria, pareciendo bebés de gran tamaño cuando son adultos. No solo tienen una apariencia juvenil, con branquias plumosas y una aleta dorsal, sino que estas salamandras mexicanas en peligro crítico de extinción experimentan pocos declives físicos y enfermedades y pueden regenerar sus extremidades, cola e incluso órganos durante sus aproximadamente 21 años de vida.
Por esa razón, los ajolotes criados en cautividad, que son de color rosa claro, son sujetos de investigación comunes para los biólogos, que durante mucho tiempo han estado fascinados por su capacidad para desafiar el envejecimiento.
Ahora, un nuevo estudio desentraña un misterio más sobre estas curiosas criaturas. Sus cuerpos detienen uno de los mecanismos clave del envejecimiento, el reloj epigenético, cuando tienen solo cuatro años.
Un reloj epigenético estima la edad de un animal en función de cómo los acontecimientos de la vida, como el estrés o la dieta, activan y desactivan sus genes. Si un animal ha experimentado muchos traumas, por ejemplo, su edad epigenética o biológica podría ser mucho más antigua que su edad cronológica.
Los hallazgos podrían ser un paso más en la larga búsqueda para descubrir terapias antienvejecimiento efectivas para los humanos, como la reducción de inflamación, de acuerdo con el estudio publicado en bioRxiv, un sitio web donde los estudios se publican sin revisión por pares. Mantenerse joven es un objetivo muy buscado: el mercado antienvejecimiento, valorado en 37 000 millones de euros y se estima que superará los 55.000 millones de euros en 2032.
Además, comprender la genética del ajolote podría inspirar medicamentos para regenerar células, músculos o incluso extremidades.
“Es un gran paso adelante contra el envejecimiento y en la regeneración”, dice James Godwin, inmunólogo del Laboratorio Biológico MDI en Maine (Estados Unidos) que no participó en el nuevo estudio.
“Si se pueden entender los mecanismos, entonces podrían presentarse muchas oportunidades para mejorar la salud humana”.
El reloj epigenético
El coautor del estudio, Steve Horvath, genetista de Altos Labs en California (Estados Unidos), es experto en uno de los procesos clave de la epigenética: la metilación del ADN, que ocurre cuando el cuerpo agrega y elimina sustancias químicas al ADN. Estos cambios activan y desactivan los genes.
En 2013 desarrolló un algoritmo para observar el patrón de estos marcadores químicos en el tejido y correlacionarlos con la edad, al que denominó reloj epigenético. Esto puede predecir consistentemente la esperanza de vida de una persona.
Estado de rejuvenecimiento
Luego, el equipo construyó un reloj epigenético dual para ajolotes y humanos, calculando el envejecimiento en ambas especies mediante el seguimiento de la metilación de su ADN.
“Lo novedoso aquí es que hemos desarrollado un reloj que puede funcionar para humanos y ajolotes al mismo tiempo”, explica Horvath.
Este reloj dual reveló que los ajolotes y las personas envejecen de manera similar, pero los anfibios pueden detener misteriosamente el proceso.
La regeneración podría ser clave, ya que parece haber un vínculo entre los poderes regenerativos del ajolote y el hecho de que apenas envejece, dicen los científicos.
En otro experimento, el análisis de ADN reveló que las extremidades regeneradas del ajolote son considerablemente más jóvenes que el resto del animal. En otras palabras, el nuevo tejido esencialmente vuelve a una etapa anterior de desarrollo.
“Creemos que esto podría estar relacionado con una forma de rejuvenecimiento epigenético pero esto necesita más investigación”, dice Yun.
Potencial para la salud humana
El estudio también podría ofrecer nuevas posibilidades para la medicina regenerativa. Como embriones, los mamíferos regeneran nuevo tejido después de una lesión en lugar de reparar las heridas con cicatrices, pero esta capacidad se pierde con la edad.
Los ajolotes, por el contrario, regeneran el tejido perdido a lo largo de su vida. Si los científicos pudieran entender cómo, avanzaría en la cicatrización de heridas, la regeneración de extremidades y las amputaciones.
“Identificar los eventos biológicos alrededor de los cuatro años, cuando el ajolote deja de envejecer, sería fundamental para replicar [sus] capacidades regenerativas”, dice Virginia Byers Kraus, profesora de ortopedia y patología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke (Estados Unidos), que no participó en el artículo.