Las juventudes y la democracia

En el año 2018, Democracia Joven realizó un mapeo de la participación juvenil en los procesos electorales 2012, 2015 y 2018, el cual se enfocó en analizar la situación en la que se encuentran las juventudes en las estructuras políticas electorales, un análisis de relevancia en cuanto a la representación que las y los jóvenes tenemos en el poder legislativo a nivel federal, en razón que según datos del INEGI 2018, constituimos el 24.6% de la población total del país, es decir, somos alrededor de 30 millones de personas menores de 30 años en territorio nacional, que además de participar activamente en el voto y proceso electoral, necesitamos ser reconocidos como una pieza importante de la democracia, al poder ocupar cargos de elección popular.

Siguiendo este orden de ideas, dicho mapeo, ubicó que para el año 2012, se registraron 456 personas jóvenes como candidatas a diputaciones y senadurías, de las cuales solo fueron electas 26, así como en 2015 de 754 candidaturas 24 lograron ganar la elección y para 2018 de las 608 fórmulas que se registraron, solo 36 ahora cuentan con un lugar en el Poder Legislativo, lo que representa solo el 5% del total de los cargos de elección popular que se eligieron en 2018.

La participación política de la juventud tiene como base jurídica distintas convenciones y declaraciones internacionales, incluyendo la Declaración Universal de Derechos Humanos, el Programa de Acción Mundial para los Jóvenes y la Convención sobre los Derechos del niño. Éstas enfatizan repetidamente el derecho de los jóvenes a participar en los procesos políticos. Proporcionan a su vez un fuerte marco de referencia para un abordaje basado en derechos a programas de apoyo relacionados.

 

Sin embargo, las oportunidades de la juventud para participar en los procesos políticos dependen en gran medida del contexto político y cultural. Oportunidades que deberían brindarse y respaldarse, en el sentido que la participación de la niñez y la juventud no solo queden en una foto en el Congreso local o Federal, que al final no permite trasmitir una idea real o se materializa en un cambio verdadero, si no por el contrario, solo sirve para legitimar al sistema haciéndonos creer que nuestra participación es real.

 

Por lo anterior, es notable que existen dificultades para las juventudes al momento de competir para poder obtener una candidatura dentro de sus partidos políticos, algo en lo que poco a poco se ha avanzado, pues hasta ahora algunos partidos políticos ya integraron a sus estatutos las cuotas juveniles.

Sin embargo, el mayor reto para nuestro sector, consiste en la elección popular, el momento en que los ciudadanos depositan su voto de confianza en los jóvenes, un problema que se refleja de manera directa en las urnas y que debemos cambiar, debiendo transformar la concepción de la sociedad hacia nosotras y nosotros, demostrar que la acusación de la falta de valores que tanto se ha señalado por parte de la población adulta no es cierta, fomentando los mismos dentro de nuestro entorno y visibilizar que nuestras principales diferencias generacionales, en lugar de situarnos en la figura de oposición que generalmente juega la juventud contra muchas conductas o prácticas con las que creció la esfera adulta,  nos vean como una generación flexible y adaptable a los cambios mundiales, que puede aportar soluciones o propuestas para mejorar las condiciones en las que vive nuestro Estado.

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