Huérfanos políticos

Defino “huérfano político” como una persona que está disconforme con la coalición gobernante, pero no encuentra una fuerza política opositora que lo represente.

Hoy quiero hacer un llamado a estas personas, pues observo que muchos de ellos, ante su orfandad, están dedicando su energía política a dos actividades que les rendirán pocos frutos.

La primera es representar y sentirse representados por instituciones contra-mayoritarias como los órganos autónomos, la Suprema Corte o los reguladores. Al respecto, valga la pena decir que gastar capital político en defender instituciones abstractas es muy respetable.

El problema es que es muy poco estratégico, pues los asocia con instituciones antipopulares percibidas como elitistas y excluyentes. En democracia no se gana combatiendo a las masas con órganos tecnocráticos. Eso nomás existe en los libros de texto.

En la vida real, cuando las masas no están de tu lado, la única forma de ganar es convenciéndolas. La política se combate con política, no con debates académicos exquisitos sobre la autonomía institucional, la democracia liberal y los contrapesos jurídicos.

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Más aun, los autónomos serán todo lo maravillosos que gusten, pero no están hechos para representar a los huérfanos políticos. Ni a nadie. Los órganos autónomos por definición son eso, autónomos, y por tanto no les devolverán a los huérfanos ningún favor político.

Por eso los huérfanos no van más que de desilusión en desilusión con los autónomos. Se enojan de que el INE no cambió sus criterios para ayudarlos. De que el Tribunal Electoral no lo hizo tampoco. Se sienten decepcionados de que la Suprema Corte no cambió sus precedentes para tumbar reformas que los huérfanos detestan. En el fondo, los huérfanos se desilusionan porque quieren algo que no existe: órganos autónomos que les sean políticamente leales.

Una segunda actividad política inerte que los huérfanos políticos han abrazado es tratar de hacer ruido en medios masivos. Inundan las redes sociales y medios con lamentos, quejas y pesadumbre. Recientemente incluso culpan a quien votó por Morena de todos los males del país, como si antes todo hubiera estado de maravilla.

Ya debería ser tiempo de darse cuenta de que los medios no les funcionan. Por años los medios masivos no han hecho más que predecir la debacle del país ante los gobiernos de Morena y lo único que ha pasado es que ha habido más gobiernos de Morena.

Es tiempo de que los huérfanos políticos entren en razón. Vociferar públicamente de que la gente no sabe derecho, no defiende la democracia liberal y quien sabe cuántas cosas más es arrogante y contraproducente. Tener como sus aliados ideológicos a comentaristas asociados con los partidos que los propios huérfanos políticos rechazan tampoco contribuye.

No hay atajo para encontrar representación política. El único camino es crearla.

Opinión – Viri Ríos

Agencia : MILENIO

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