El impacto ambiental de la alimentación infantil: La necesidad de integrar dietas sostenibles

El sistema alimentario global ha sido incapaz de erradicar la inseguridad alimentaria y la desnutrición y ha propiciado una epidemia de obesidad y enfermedades crónicas no transmisibles. Dicho sistema contribuye activamente al deterioro de los entornos naturales de la Tierra: sus ecosistemas. La agricultura genera una proporción importante de los gases de efecto invernadero (GEI) causantes del calentamiento global y es responsable del uso excesivo de agua, tierra arable, nitrógeno y fósforo, contribuyendo además en gran medida a la pérdida de biodiversidad.

El problema inicia desde edades tempranas de la vida. La leche materna, reconocida como el primer sistema alimentario, es natural, renovable y amigable con el medio ambiente. Sin embargo, ésta ha sido desplazada por la fórmula comercial infantil, otras leches no humanas o por alimentos complementarios. No obstante, el impacto de la alimentación infantil al medio ambiente ha sido limitado.

La importancia de una alimentación óptima durante los primeros años de vida para el adecuado crecimiento, salud y desarrollo de las infancias a corto y largo plazo es reconocida. Por ello, diversos países y organismos internacionales han generado recomendaciones sobre su alimentación. Sin embargo, dichas recomendaciones no brindan información sobre cantidades o porciones recomendadas de los grupos de alimentos que deben ofrecerse a las infancias y solamente algunos países incluyen las raciones recomendadas. Algunos grupos de alimentos, como las carnes y lácteos, que son necesarios para la nutrición de este grupo de edad, generan los mayores efectos adversos al medio ambiente en comparación con los vegetales. La comisión EAT-Lancet es un referente internacional sobre dietas saludables y sostenibles; sin embargo, no considera recomendaciones dietéticas de cantidades para población menor o igual a dos años de edad.

Recientemente, un estudio realizado por investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública y publicado en la revista Advances in Nutrition (disponible en https://shre.ink/evidencia) presenta una revisión de la literatura sobre el impacto ambiental que la producción y consumo de fórmula infantil tiene en comparación con la lactancia materna. Además, hace un análisis del grado en que las recomendaciones de alimentación infantil en distintos países están alineadas con la dieta EAT-Lancet.

Los hallazgos muestran que alimentar a los infantes solamente con fórmula en los primeros seis meses de vida genera aproximadamente 48% más de huella de carbono en comparación con dar lactancia materna. Un artículo incluido en la revisión identificó que en 80 países de ingresos bajos y medios el uso de fórmula genera emisiones anuales entre 5,925 a 7,541 millones de kg de CO2 equivalente y un consumo de agua de 2,562.5 mil millones de litros.

También se encontró que las porciones recomendadas en las guías para carnes, huevo y lácteos de los países analizados (India, Panamá, Estados Unidos, Paraguay, Zambia y México) se encontraron generalmente por debajo de los límites superiores de las recomendaciones propuestas por EAT-Lancet, excepto por algunas que rebasaron los límites en ≤20%.

En las guías alimentarias de México, las recomendaciones de alimentos de origen animal para las diferentes edades se mantuvieron por debajo del promedio de los límites dietéticos propuestos por EAT-Lancet, excepto en el caso de huevo para niños de 9 a 24 meses, y de lácteos para niños de uno a dos años, que excedieron el límite superior propuesto por EAT-Lancet en un 10%.

En conclusión, en el sistema alimentario, la leche materna es el primer alimento natural, renovable y amigable con el medio ambiente; por ello la lactancia materna exclusiva durante seis meses y continuada hasta los dos años o más debe ser fomentada, apoyada y protegida no solamente como la alternativa más saludable, sino también como la más sostenible. Las recomendaciones disponibles sobre la alimentación complementaria con carnes, huevos y lácteos no procesados están generalmente por debajo de los límites recomendados para la dieta planetaria de EAT-Lancet. Dado que los menores de hasta 24 meses requieren de una dieta más densa en nutrimentos (vitaminas y minerales) y tomando en cuenta las pequeñas cantidades que consumen, como se señala en el artículo, se sugiere que para este grupo de edad se considere como referente no exceder los límites dietéticos para la población mayor de dos años de EAT-Lancet para lograr una dieta saludable y sostenible, en tanto se desarrollan recomendaciones internacionales específicas para este grupo de edad. Asimismo, se enfatiza la importancia de desarrollar recomendaciones dietéticas para alimentación complementaria infantil.

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