El ejercicio Ético de la abogacía
El pasado 7 de diciembre de este año 2021, cumplí 12 años de haber presentado mi examen profesional para ostentar el título de Licenciado en Derecho y Ciencias Sociales, y recordaba todos los sentimientos, ideales y proyectos que en ese momento quería desarrollar; en lo personal, siempre he visto el ejercicio profesional del Derecho como una especie de caballería, en la cual, los que tenemos la oportunidad de ejercer dicha profesión, nos convertimos en paladines de lo justo y lo armónico, así como guardianes del estado de derecho y el orden social.
En ese sentido, hace algunos días, una amiga me preguntaba la contraparte de la moneda, quejándose del porqué los abogados, o al menos una gran mayoría de los mismos, nos aprovechábamos de nuestra posición para lucrar con el dolor de la gente, sin embargo, en lo personal, ni a mi, ni a la gran mayoría de los profesionales del derecho con los que he tenido la oportunidad de relacionarme hemos visto esa supuesta oportunidad de ejercer nuestros conocimientos en perjuicio de los demás, al contrario, sé y entiendo que cuando una persona se acerca a nosotros, ponen en nuestras manos sus bienes mas preciados, como lo son: su libertad, su patrimonio, su derecho a la salud, la convivencia con su familia, o simplemente el acceso a la justicia, es por ello que debemos prepararnos y conocer tanto los procedimientos, como la naturaleza de las diferentes instituciones que rigen nuestro Estado, pues para una convivencia armónica resulta necesario establecer reglas claras a través del sistema jurídico que nos de las herramientas como sociedad para poder evolucionar hacia la civilización constante, es por ello que existe el derecho, no es solamente un conjunto de normas jurídicas que rige la conducta externa del ser humano como ser social, sino que es, reitero, una herramienta del estado necesaria para que podamos desarrollarnos plenamente tanto en lo individual, como en lo colectivo, convirtiéndose así en una guía iluminada para un crecimiento holístico y pleno que regule tanto las relaciones entre los particulares como el ejercicio del poder público.
De igual manera, tuve la oportunidad de acudir el pasado 2 de diciembre de este año 2021, a la entrega del Premio Nacional de Jurisprudencia, organizado por la Barra Mexicana, Colegio de Abogados A.C.; institución que fomenta la colegialización de la abogacía, y que dicho sea de paso sin demeritar su importancia, por primera vez en casi 100 años de su fundación, se encuentra presidida por una mujer: Claudia de Buen Unna, lo que manda un mensaje muy positivo respecto al desarrollo de las instituciones y los espacios en los que se busca ejercer la abogacía de manera moral, ética y apegada a principios rectores que garantizan un ejercicio profesional.
En esta ocasión, el citado Premio Nacional de Jurisprudencia lo obtuvo el Doctor Jorge Alfredo Domínguez Martínez, quien ejerce como Notario en la Ciudad de México, ha sido docente en materia civil durante más de 50 años, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinó los trabajos del Proyecto de Código Civil para la Ciudad de México, en el cual participaron diversos abogados, tanto litigantes, como catedráticos y notarios, y lo mas notable de dicha ceremonia fue, no el acervo jurídico y académico en un espacio dedicado al estudio del derecho, que por supuesto que había, y suficiente, sino la camaradería y la franca fraternidad como el discurso pronunciado por el Maestro Othón Pérez Fernández del Castillo , con quien ostenta una amistad de más de cincuenta años, así como lo mas destacable era el amor a su familia, a quienes dedicaba sus diversas obras.
Eso nos hace reflexionar, que para ser un abogado bueno, calificativo dirigido a la persona, se debe tener una base moral firme, así como mantener vigentes los ideales por los cuales decidimos ejercer esta noble profesión, rodeándonos de colegas con quienes compartamos los mismos, pues solamente así podemos mantenerlos vivos y coadyuvar para alcanzar el ideal humano que es la justicia.
Es Cuanto.
Jaime Alejandro Velázquez Martínez.
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