Donald Trump, el expresidente que quiere volver al poder
Ocho años después de acceder a la Presidencia de los Estados Unidos de América y cuatro años después de una sonora derrota, que aún no reconoce, Donald Trump pretende volver a convertirse en presidente. En cualquier caso, esta vez será su último intento.
Con 78 años, de ser reelegido, se convertiría en el segundo presidente más mayor. Ya es el candidato más longevo de la historia electoral estadounidense.
El exmandatario, primero en ser condenado, ha asegurado en todo momento que se trata de “una caza de brujas” destinada a apartarle de la política y ha cargado contra lo que describe como el “pantano” en Washington, en referencia al poder de diversas agencias y lobbies a los que acusa de dirigir realmente Estados Unidos. Trump ha amenazado con encausar a funcionarios electorales, donantes, Google y a otros en caso de victoria.
Trump mantiene que su derrota de 2020 frente a Joe Biden fue un fraude electoral. Ha prometido indultar a los simpatizantes que asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021. Los ataques fueron ejecutados cuando se celebraba una reunión para ratificar los resultados de las elecciones y derivaron en un segundo juicio político contra el magnate, nuevamente absuelto, si bien sus acciones durante dicha jornada siguen siendo objetivo de causas penales.
El candidato republicano mantiene el estilo polémico que le llevó a la presidencia en 2016. Ha sido criticado, incluso dentro del Partido Republicano, por atacar personalmente a su rival, la candidata demócrata Kamala Harris, aludiendo a su género y su color de piel.
Su campaña también ha estado marcada por dos intentos de asesinato. El primero de ellos le hirió levemente en la oreja, de un disparo mientras daba un discurso.
Trump ha hecho de la inmigración un tema principal de sus políticas y de la campaña. Ha prometido deportaciones masivas, incluso a migrantes haitianos legales protegidos temporalmente. Pretende terminar con la nacionalidad automática por nacimiento, aunque parece constitucionalmente imposible, y prohibir la entrada a personas de varios países.
Durante un mitin reciente de la campaña, un cómico que ejercía de telonero de Trump se refirió a Puerto Rico como “una isla flotante de basura en medio del océano”. El equipo del expresidente se desmarcó, pero no evitó que se encendiera la polémica ante comentarios racistas contra la comunidad latina.
El candidato republicano es favorable a dejar el derecho al aborto en manos de los estados, y se vanagloria de la decisión del Tribunal Supremo que anuló la sentencia del caso Roe vs. Wade, que protegía el derecho al aborto.
La política económica de Trump se basará en el incremento de aranceles a determinados productos y países. Durante su mandato, ya protagonizó la guerra arancelaria con China, tras el sorpasso en su balanza comercial. También ha anunciado bajadas de impuestos y revertir gran parte de la política climática de Biden.
El expresidente lleva al senador J. D. Vance, veterano de la Marina, como candidato a vicepresidente. El compañero de viaje de Trump es defensor de Project 2025, un plan ultraconservador trazado por la Fundación Heritage para sustituir a funcionarios federales por fieles en caso de la victoria de Trump. Sin embargo, el expresidente se ha desvinculado.
En el tablero internacional, Trump mantiene lo ya iniciado durante su mandato: cambiar la relación con la OTAN para aumentar la aportación de sus socios militares. El expresidente ha criticado duramente a Biden por la guerra en Ucrania, y asegura que se terminará cuando sea presidente. Su presencia en la Casa Blanca suele relacionarse con el uso de la diplomacia con Rusia para parar la guerra.
Trump, que se saltó las resoluciones de la ONU y reconoció a Jerusalén, con parte de su territorio ocupado, como capital de Israel y trasladó allí la embajada estadounidense, habla ahora de “destruir” a Hamás y de ser más duros contra Irán.
Dentro de su partido también se enfrenta a críticas por sus tendencias autoritarias. Estas críticas están representadas en las palabras de John Kelly, quien fuera su secretario general en la Casa Blanca y quien dijo que encaja “en la definición general de fascista”, a pesar de lo cual los sondeos apuntan a una carrera muy apretada entre él y Harris de cara a lo que él mismo describe como “el día más importante para la historia del país”.