Davos de Thomas Mann a los plutócratas amnésicos

Mann ubicó en Davos la montaña en que buscaban sanar los tuberculosos. Desde hace años ahí se reúnen los más ricos del mundo para reflexionar sobre la situación del orbe y aportar pseudo remedios. Aunque parece que el que decide es el Grupo Bilderberg.

Hoy los reunidos en Davos han revelado su preocupación por las cuatro crisis que amenazan al mundo con una recesión. En orden: la alta inflación (el viejo barbon Marx dijo “alto respecto de que”); la crisis energética; la pobreza alimentaria y la emergencia climática. Omiten los sabihondos toda referencia a la horrenda desigualdad que asoma en todo el mundo y que la pandemia ha elevado al grado de poner en peligro la estabilidad mundial.

¿Por qué olvidan esa desigualdad? Pues porque es la que desborda las arcas de ambos grupos de multimillonarios. La crisis energética enriquece a gigantescas empresas suyas a costa de las angustias de los pueblos (por cierto, en México no padecemos esa crisis merced a un extraño “populista”). La crisis alimentaria es producto de la voracidad de monstruos como Monsanto, Nestle etc. Es decir, por vampiros transnacionales.

Y la emergencia climática que es resultado del enriquecimiento sin importar la conversión del ambiente mundial en basurero contaminante. Se privilegian las utilidades empresariales sobre la salud de los pueblos. Los “sabios” reunidos en Davos revelan que si ahí acudían los ricos tuberculosos de Europa ahora se reinen los que “ni ven, ni oyen, ni opinan” sobre el Frankenstein real: la pobreza que crece y amenaza sus tesoros.

Su Becerro de Oro, para engordarlo más viejos, Biden por delante, desatan guerras en que mueren jóvenes. En su afán centenario de robarle al oso ruso, su joya más preciada: Ucrania. Como lo ansió Hitler y fue derrotado. En Davos no hay tuberculosos. Hoy se multiplican los que no aprenden de la historia.

 

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