AMLO en la ONU
Tras de la horrible carnicería que fue la I Guerra Mundial, que en rigor fue Europea por el afán capitalista de conquistar los mercados mundiales, se fundó la Sociedad de las Naciones. Pero se creó basada en una espantosa descapitalización de Alemania al arrancarle miles de bienes como máquinas de ferrocarril. Éstas fueron semillas de odio que aprovechó Hitler en su venganza.
La II Guerra Mundial dejó el Holocausto Judío y la horrenda Era Atómica con dos ciudades Mártires Hiroshima y Nagasaki. Entonces se creó la Organización de las Naciones Unidas, en implícito reconocimiento de la desunión originada por la avaricia capitalista. Surgió entonces en la ONU la denuncia del flagelo creciente: Josué de Castro, médico brasileño con su libro Geopolitica del Hambre creo una categoría social que se escondía y que cobró carácter de utopía a lograr. Vencer el hambre.
Sueño, utopía sí. Pero dijo Eduardo Galeano que “lo bueno es que las utopías se cumplen”. Vale esta afirmación ante el intento de los que se dicen analistas que se burlan por la lúcida propuesta de AMLO que llamó “Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar”. Consiste en contrarrestar la desigualdad planetaria que Marx denunció. La polarización de pobreza y riqueza que perfila el peor de los Mundos. Los hambrientos que hoy mueren sin vacunarse y los poderosos que disfrutan el banquete del egoísmo inhumano. Pésima emulsión de la Desigualdad que sólo depara el aumento de los migrantes rumbo a los países que originaron su miseria. En Europa fue brutal el Saqueo de África que denunció Jean Ziegler. En América Latina la realización de la profecía de Bolívar y la frase cínica de Foster Dulles sobre Somoza: “cierto es un hijo de p.. pero es nuestro hijo de p…”.
AMLO en una visión humanista propone que los más ricos financien a quien menos tienen. ¿Es una utopía, un sueño? Cierto pero hago mía la frase de Taibo II en su libro “68”: “a veces los sueños producen pesadillas, pero no soñar produce idiotas”. Soñemos con AMLO