Pedófilos incrementan actividad durante la pandemia

Ciudad de México, 1 de febrero (SinEmbargo).– “Bienvenidos todos al paraíso de todo lo permitido, gócenlo”, se lee en la descripción de un grupo de Facebook. Las reglas para pertenecer son claras y específicas: “seguir al administrador para contenido exclusivo”, “subir archivo a Mega o cualquier otro medio”, “agregar a 10 amigos y aportar contenido”, añade la descripción en la que al finalizar le dice a cada miembro: “¡¡Disfruten!!”.

Al grupo llamado “Código Postal MUNDIAL” lo acompaña una ilustración conocida en la internet por incluir los símbolos que el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos, más conocido como FBI, ha identificado se usan dentro los grupos de pedofilia y pederastas para intercambiar material con contenido de abuso y explotación de niños y adolescentes. Ellos son dos tipos de triángulos, corazones y mariposas de colores compuestos por la unión de uno de menor tamaño dentro de otro más grande, como muestra de la preferencia por los niños mayores o menores en edad y que da significado también al gusto sexual que un adulto tiene sobre un niño. Los triángulos identifican a los hombres y los corazones a las mujeres, aunque a veces también utilizan flores o, en ocasiones, la imagen de lobo como métodos para reconocerse entre ellos.

Estas comunidades que operan abiertamente en las redes sociales se encuentran registradas bajo diversos nombres, diferentes estilos y con otros tipos de imágenes en su perfil con las que incluso pueden pasar desapercibidas. Sin embargo, todas tienen en común su relación con las iniciales “cp” (CP) o “c.p.”, según se escriba. Tanto las agencias de inteligencia internacionales como INTERPOL, el FBI y la EUROPOL (e incluso la ONU), así como las policías cibernéticas de cada país y las propias compañías tecnológicas han detectado que la utilización de estas siglas funcionan como contraseñas en los grupos de pedofilia y pederastia que se mueven en la internet para identificarse y encontrar material con contenido de abuso sexual, más conocido como “Child Porn” (CP) o pornografía infantil que es lo finalmente quiere decir su uso.

Cualquier palabra que permita unir ambas iniciales (CP o cp en su variantes) también son útiles para que pedófilos y pederastas puedan congregarse en la internet, con el fin de promover el intercambio de material con contenido de abuso y explotación infantil, señaló José Luis Vegas Roche, abogado especialista en el delito de Grooming y profesor universitario de Inter jurídica, una institución Interdisciplinaria dedicada al estudio de la criminalística, jurídica fiscal y forense en Ciudad de México.

SOLICITUDES DE PORNOGRAFÍA SE DUPLICAN 

La paz que con tanto trabajo había comenzado a construir Carmen en su nuevo hogar, tras sobrevivir a la violencia de género que padeció hasta 2019, se vio perturbada en junio de 2020 cuando en plena cuarentena, en México, descubrió que su hija de 11 años estaba siendo incitada a cometer actos que la exponían a ser víctima de abuso sexual infantil, a través de un grupo de WhatsApp.

La niña fue añadida al grupo donde supuestamente había otros niños de 11 y 15 años. “Y allí comenzaron a persuadirla para que se tomara fotos desnudas”, relató la madre.

También le mandaron imágenes de partes íntimas —recuerda— pero cuando la niña mostró rechazo “la sacaron del grupo diciéndole que ella mentía”, contó Carmen, cuyo nombre verdadero se omite para proteger la integridad de las víctimas.

La situación obligó a la madre incluso a abandonar su casa, situada en el estado de Tlaxcala (en la región este del país) y buscar refugio en otro lugar, luego de enterarse de que su hija había dado la dirección de su domicilio, además de otros datos personales. El agresor se “aprovechó del momento para amenazarme”.

Con ayuda de una ONG que presta atención a víctimas en la entidad y que también omite decir su nombre por temor a represalias, Carmen denunció lo ocurrido ante la fiscalía. Actualmente, tanto ella como sus hijos se encuentran en terapia psicológica en calidad de sobrevivientes, mientras esperan justicia.

Aunque Carmen y su hija vivan en México su caso es un ejemplo del riesgo al que a diario están expuestos niños y adolescentes cada vez que hacen uso de las redes sociales. Son en estos lugares donde los depredadores sexuales han encontrado un espacio predilecto para la difusión de material infantil, con fines de abuso y explotación sexual en el mundo; actividad que en 2020 tuvo un alarmante incremento por la pandemia del COVID-19 que facilitó la demanda de consumidores que crecen a gran escala.

En el primer trimestre de 2020 el NCMEC se dio cuenta de que los depredadores discutían abiertamente cómo la pandemia representa una oportunidad para atraer a los niños sin supervisión, con el propósito de que produzcan material sexualmente explícito. Esto también lo pudieron comprobar las agencias de inteligencia como Europol, Interpol y el FBI. En el caso de Europol el organismo comprobó un alto volumen de publicaciones nuevas en foros en línea y en los intentos e iniciar contacto online con niños.

El aumento en la circulación y peticiones de este tipo de material en línea que se comprobó en los primeros nueve (9) meses de 2020 significó más de 18 millones de informes de contenido detectado en la web sobre abuso sexual infantil en línea, según el NCMEC.

Tus hijos, su negocio: el encierro por la pandemia desata las manos a pedófilos en México y el mundo

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