¿Cómo funciona el sistema electoral de EEUU y por qué no siempre gana el más votado?

Parece difícil de creer, pero sí: no siempre gana el más votado en las elecciones de Estados Unidos. Este fenómeno, que suele darse en democracias parlamentarias como por ejemplo la española, también se ha reproducido en algunas ocasiones en una democracia tan presidencialista como EE. UU.

¿Y por qué sucede? Porque de la misma manera que en Euskadi el lehendakari es elegido por el Parlamento Vasco, y en España el presidente del Gobierno por el Congreso de los Diputados, en EE. UU. la elección recae en un órgano denominado Colegio Electoral.

Explicado de otra manera: en realidad los votantes no eligen directamente en las urnas al presidente de la Nación, sino que delegan esa función en 538 compromisarios o electores que, en su nombre, votarán en los 50 estados del país y el Distrito de Columbia (sede de la capital).

El Colegio Electoral, que también escoge al vicepresidente, fue creado en 1787 por los “padres fundadores” (como gusta llamar en aquel país a los autores de la Constitución), tras descartar la elección directa por voto popular con el fin de proteger a los estados pequeños ante el poder de los grandes.

El número de electores de cada estado es igual al número de sus senadores más el número de sus representantes. Así, el total de compromisarios asciende a 538, equivalente a los congresistas de la Cámara de Representantes (435), los legisladores del Senado (100) más los tres delegados que aporta el Distrito de Columbia.

Por tanto, el ganador necesita una mayoría de 270 votos en este órgano para ser investido presidente.

Entre los estados con más votos electorales destacan California (55), Texas (38), Florida y Nueva York (29), Pensilvania e Illinois (20) y Ohio (18).

Con este sistema, conocido como winner-takes-all (el ganador se lleva todo), el candidato que gana en un Estado se queda con todos sus representantes en el Colegio Electoral, independientemente de que sea por un voto de diferencia o por un millón. Por ejemplo: si uno de los candidatos gana en California, los 55 representantes californianos del Colegio Electoral son para él.

Cinco precedentes

Como norma general, el ganador del voto electoral suele coincidir con el vencedor del voto popular, aunque históricamente cinco presidentes han sido elegidos tras perder en número de votos en las urnas:

– En 1824, John Quincy Adams recibió unos 38.000 votos menos que Andrew Jackson, pero se hizo finalmente con la Casa Blanca.

– En 1876, Rutherford B. Hayes ganó en el Colegio Electoral por un solo voto, pese a salir derrotado por Samuel T. Tilden por unos 264.000 sufragios populares.

– En 1888, Benjamin Harrison se impuso en el Colegio Electoral por 65 votos, si bien perdió frente a Grover Cleveland en las urnas.

– En 2000, George W. Bush perdió el voto popular frente a Al Gore por un 0,51%, aunque acabó venciendo por 271 votos electorales frente a los 266 de su adversario.

– En 2016, Donald Trump obtuvo 3 millones de votos menos que Hillary Clinton, pese a lo cual se impuso por 304 frente a 227.

En caso de empate o de que ningún candidato obtenga la mayoría de votos electorales, la decisión de elegir al presidente pasa a la Cámara de Representantes, donde cada delegación estatal dispone de un voto. El mismo proceso se aplica a la elección del vicepresidente en esa situación, pero la selección corre a cargo del Senado.

Únicamente dos presidentes han sido elegidos por la Cámara Baja:

– En 1801, Thomas Jefferson derrotó a Aaron Burr tras 36 votaciones seguidas.

– En 1825, John Quincy Adams venció a Andrew Jackson en la primera votación.

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