Sobre la otra crisis global
En la madrugada del martes 5 de abril, el presidente de la República de Perú Pedro Castillo anunciaba en un mensaje a la nación la declaratoria de un estado de emergencia acompañado de un estricto toque de queda en la zona metropolitana de Lima, en donde se prohibió totalmente el libre tránsito de las personas por 24 horas, esta medida fue tomada como respuesta a las ultimas manifestaciones que se han dado en la capital peruana y que cobraron ya la vida de 4 personas.
El origen de las manifestaciones se encuentra en el aumento del precio de los combustibles y consecuentemente en los precios de insumos básicos como alimentos y otros productos necesarios para la agricultura, por lo que los sectores rurales y de transportistas fueron los principales promotores de las manifestaciones.
Este no es un evento aislado, la inflación global ha comenzado a dejar sus estragos y lo que está sucediendo en Perú es solo uno de varios ejemplos; la marca Doritos anunció hace un mes que quitara cinco papas a cada bolsa de su producto como consecuencia de los altos precios del maíz, Arabia Saudita impuso un limite a las exportaciones de alimentos esenciales para asegurar el abasto en su país, en el Reino Unido los estantes vacíos en los supermercados se han convertido en algo normal.
Los precios de los alimentos y los energéticos se encuentran en uno sus puntos más altos de la historia, esta tendencia inflacionaria había comenzado con la pandemia y solo se ha agravado por el conflicto entre Rusia y Ucrania, países que representan un tercio de la producción de trigo a nivel global y son exportadores importantes de gas.
Poco se ha hablado de esta crisis en los principales medios de comunicación, pero estoy seguro de que cualquiera de mis lectores ya ha resentido sus consecuencias en su bolsillo, los productos básicos cada vez están más caros y el salario alcanza para adquirir menos productos. Lo peor de todo es que esta crisis ya esta provocando malestar en diversas naciones y lo que le sigue será un periodo de inestabilidad política global que puede generar un círculo vicioso de conflictos sociales que acentuarán aún más la crisis económica.
La ONU teme que una guerra prolongada en Europa del Este provoque una hambruna global, sobre todo en los países más vulnerables. En América Latina las familias gastan en promedio un 30% de sus ingresos para comprar comida, mientras que en África ese gasto es del 55%, la alza en los precios de todos los alimentos provocará un aumento en esas cifras, por lo que algunos alimentos pueden volverse impagables para muchas personas. La seguridad alimentaria se volverá un tema delicado para muchas naciones en los próximos meses y esto provocará un aumento en los flujos migratorios.
En este punto creo que es importante mencionar a la globalización, fenómeno que se acentuó aún más con la entrada del neoliberalismo y la apertura de los mercados. Como todo proceso económico relevante, la globalización ha traído beneficios y desventajas a determinados grupos de la población. Una de sus vulnerabilidades más importantes es que cualquier problema en una región puede desestabilizar todo el sistema y generar una reacción en cadena con consecuencias en todo el mundo. Países como Argentina se han dado cuenta de esta vulnerabilidad, e igual que Arabia Saudita, ha implementado nuevas medidas que restringen las exportaciones, es decir, se están retomando ideas proteccionistas para poder combatir a la crisis global.
Cada vez más países se irán sumando a estas ideas proteccionistas para poder asegurar el acceso a alimentos a su población por lo que la propia idea de la economía globalizada comenzará a ser cuestionada, cambiando completamente el paradigma económico del mundo. Estamos viviendo tiempos interesantes que dejarán su huella en la historia de la humanidad y me atrevería a decir que el mundo con el que crecí ha desaparecido completamente, las nuevas generaciones se desarrollarán bajo un esquema radicalmente diferente al que nosotros conocimos.
Twitter: @AngeloRuiz96