Libros, cultura: experiencias
Sófocles, Esquilo y Eurípides fueron los tres grandes trágicos griegos. De este último que vivió hace 2 mil 500 años aprendí un mensaje: el lenguaje es el mensajero del pensamiento.
La forma inicial de transmitir el pensamiento fue la creación de tablillas de barro con mensajes cuneiformes: en forma de cuña con punzones. Las primeras en Babilonia, si mi memoria no miente, después se “escribió” sobre cuero, pieles de animales, papiro del Nilo y pergamino originado en Pérgamo, antigua ciudad próxima a la mítica Troya.
Se creó el consenso que la historia se inicia con la escritura, pero se olvida la transmisión oral de las sociedades. Así se considera que en el siglo XII o XIII cuando surge el Humanismo, es decir la substitución de las decisiones de los dioses por la de los hombres. Un siglo después emerge el Renacimiento en la actual Italia, en donde radicaba en la exaltación del hombre, pero como individuo y por tanto fue la semilla de una nueva clase social, la burguesía, en la cuna del feudalismo.
Este Renacimiento se impuso con vigor mediante la invención cumbre de Gutenberg en el siglo XV. En el siglo XVI en 1519 la Iglesia Católica juzgo a Martín Lutero que puso en jaque al pensamiento religioso único en el mundo conocido. Fue genial, para entonces se mencionaba al Homo Sapiens, el hombre como pináculo cultural de la Humanidad.
El mundo antes de la escritura plasmaba su pensamiento en obras arquitectónicas monumentales. La escritura dio paso al ser escritor/lector y a las bibliotecas personales. La lectura en el Feudalismo junto con la administración del dinero se consideró labor mediocre.
Los señores feudales, ignorantes, encargaron esas actividades a los judíos. Ahí se originó el monopolio del dinero y el saber. Largo camino el de la humanidad mediante los libros. Pero la capacidad inventiva crearon radio y telefonía que aceleraron la comunicación de seres pensantes.
Hasta que a mediados del siglo XX parió la tv y lo que Giovanni Sartori llama el Homo Videns. El ser que recibe imágenes pacientemente, mensajes digeridos y manipulados.
Al proliferar la tv en las familias las dividió, se aislaron y abandonaron los libros, el medio sólido del conocimiento y la cultura. Hoy a 83 años de vida consideró que fuimos la última generación de lectores cotidianos.
En la UNAM los estudiantes pobres realizaban “expropiaciones culturales” por no llamarlo “robo hormiga de libros”. Hoy, en múltiples viajes he cargado morrales abiertos llenos de libros. No me han robado uno. Como experiencia personal me preocupa que tras casi 7 años de regalar libros de la “Brigada para leer en Libertad” y de la excelente serie “21 para el 21” que por más de 2 millones de ejemplares regala nuestro Gobierno Federal, me preocupa que incluso profesionistas no leen.
Obvio son Homo Videns, nutren su in formación con los mensajes de Empresas que Desinforman que manipulan sus mentes y que limitan su comprensión del mundo que viven, padecen e ignoran. Por eso la gran labor cívica debe consistir en la Recuperación de la Lectura como hábito cultural.